jueves, 20 de octubre de 2011

Ensayo Crítico - Reflexivo

La muerte es aquello, que aunque no podemos conceptualizar explícitamente, nos abre las puertas a una gran diversidad de sensaciones, sentimientos y experiencias.

El Museo Cementerio de San Pedro, aparte de caracterizarse por poseer objetos tanto artísticos como estéticos, posee el gran enigma de la muerte; está latente en cada muro decorado desde las tendencias más kitsch hasta las que podríamos catalogar como bellas o sublimes.

En la muerte que rodea el lugar, se evidencia la repulsión y en algunos casos la abyección. Sin importar que no veamos los cuerpos en descomposición, nuestras mentes, inmediatamente ingresamos al cementerio, nos remiten a mil imaginarios, asesinatos, mutilaciones, torturas, gusanos, huesos, enfermedades fatales, que en primer lugar asociamos con aspectos negativos que no quisiéramos que nos pasaran ni a nosotros ni a quienes conocemos; pero luego nos llevan a reconocer el valor que tiene la experiencia de estar vivos, lo que nos sucede y las acciones que hacemos; es aquí donde la muerte se convierte en una repulsión positiva.

Siendo para el Museo Cementerio de San Pedro su finalidad, brindar un pacífico descanso a quienes han partido y tranquilidad a quienes vivimos aún, se decora la muerte con objetos que le dan un nuevo significado a esta cruda realidad.

Respondiendo a nuestras tradiciones culturales y religiosas Católico-Cristianas, son adorno fundamental del lugar, las imágenes, vitrales y esculturas con crucifijos, ángeles, rosarios y vírgenes, las cuales están dotadas con toques de luminosidad que evidencian el ideal de belleza planteado en la edad media y que pone a Dios como lo bello, lo que en este contexto, traerá paz y tranquilidad.

Pero no sólo son estos íconos religiosos los que adornan el Museo Cementerio de San Pedro, siendo éstos la base fundamental en la decoración; se presentan también ideales de belleza como los planteados en la antigua Grecia, éste es el caso de la arquitectura de la plazoleta central, donde se evidencia claramente en sus columnas y galerías la proporción y simetría. Esta plazoleta está contenida por múltiples esculturas que acompañan los mausoleos de grandes personajes de la vida social, económica y política del país que datan del siglo XIX y que bien podrían estar incluidos dentro de los cánones de belleza Pitagóricos y considerarse armónicas, pues están dispuestas de orden y simetría.

Las esculturas de la plazoleta central, algunas importadas desde Italia y otras, autoría de artistas locales, tienen una característica particular y es la expresión en sus rostros; siendo objetos inanimados y apelando al fetiche del arte, se percibe en ellos ciertas expresiones de dolor, angustia, soledad, algunos inclusive llegarían a parecer sombríos y hostiles por la desgracia, esto nos hace evocar el concepto de Kalokagathía planteado en el periodo clásico, donde se decía que la belleza no era material sino también espiritual. Ejemplo específico de esto es La Piedad, réplica de la obra maestra de Miguel Ángel, en el mausoleo de Germán Saldarriaga del Valle, quien fuera el fundador de la prestigiosa compañía de pinturas Pintuco.
Y esta característica de espiritualidad le da un valor inmenso a lo que pretendían lograr quienes pagaban por las obras, pues era tal cual cómo se sentían ellos en el momento del duelo.

Influencias Greco-Romanas se evidencian en el mausoleo del Pedro Nel Ospina Vásquez, quien fuera Presidente de la República en el año 1922; este mausoleo opta por la forma del coliseo Romano y le da un aire sublime.

Los materiales utilizados para esculpir las obras son muy variados y podrían ser catalogados dentro de ciertas categorías estéticas como dentro de ciertos conceptos de belleza.

La escultura ubicada en el mausoleo de Carlos Coriolano Amador, está fabricada en mármol blanco; es una escultura que si bien refleja el concepto de Kalokagathía, refleja también esa luminosidad propuesta en la edad media.

Lo exótico y lo novedoso se hacen presentes en los materiales utilizados para la elaboración del mausoleo del abuelo del fotógrafo paisa, Melitón Rodríguez; éste está fabricado con tejas de barro, cal, boñiga de caballo y madera; en su época estos eran materiales comunes, sin embargo para nosotros toman un nuevo significado y una visión distinta a la que se tenía en esos tiempos.

Cómo última y más nueva manifestación cultural adornando el Museo Cementerio de San Pedro, encontramos la tendencia estética de lo Kitsch, o cultura popular; está inclusive más presente que los mismos conceptos de belleza abarcados anteriormente.

Después de que el cementerio perdiera la finalidad con la que fue construido, comenzaron a inhumar allí a cantidad de personas pertenecientes a estratos 1, 2 y 3. Son sus familias las que vienen a ser los creadores de esta tendencia.

Flores plásticas, escudos de equipos de fútbol, oraciones laminadas, fotografías familiares y floreros de cerámica coloridos, son apenas algunos de los objetos ubicados en las lápidas como muestras de afecto, y que toman un inmenso valor debido al significado que tienen para quienes soportan el dolor de una pérdida.

El Museo Cementerio de San Pedro nos abre sus puertas, esta vez no para recibir nuestros cuerpos sin vida, sino más bien para llenar de vida y experiencias estéticas nuestras mentes y nuestros cuerpos.